Por muchos años, Venezuela ha sido catalogada como el país de las mujeres bellas. con 6 títulos de Miss universos, otro tanto de Miss mundos, modelos de pasarelas por doquier, el sabor y las curvas latinas plasmadas en cada valla o propaganda del país, la armonía entre cuerpo y rostro más perfecta a nivel mundial, etc… Y detrás de ese mundo de fantasías, un mundo gris (tirando a negro), consumido por las drogas y movido por un ideal errado de querer llegar a ser la mujer más flaca, y por consiguiente más hermosa y más deseada no sólo del país, sino del mundo.
Entonces me pregunto: ¿Quién puede dar una definición exacta de la belleza? ¿Quién marcó los parámetros de la misma? La belleza es algo tan subjetivo que es necesario buscar un concepto socialmente aceptado para poder comprenderla… ¿Es que, acaso, una balanza es un medidor preciso de belleza? ¿Cómo llegamos al punto de aceptar que la respuesta de una balanza sea la que determine nuestra felicidad o depresión cada día? La falta de oficio puede ser dañina para la salud…
Diariamente, en la mayoría de las vallas comerciales y Fashion shows, podemos observar modelos de pasarela (que no son más que unas perchas, con ropa y unos zapatos arrechísimos), y mujeres como la catira regional o Gaby Espino, quienes viven de/para mostrarle las lolas y el culo a todo el país, pero pregúntenles si se toman una cerveza de las que promocionan! (Dato importante: Venezuela es también el imperio de las cirugías plásticas 2 x 1, y cuenta con los pro más pro del Photoshop y todos sus derivados). La adoración absurda de estas mujeres, por parte tanto de hombres como de mujeres, ha causado estragos y grandes problemas en nuestra sociedad… Niñas, niños y adolescentes, soñando con llegar a ser modelos, llegan a puntos inadmisibles para lograrlo… Es entonces cuando aparece la anorexia, que no es otra cosa que un montón de niñas pasando el hambre parejo, viviendo a punta de agua y oxígeno, y propensas a caer en drogas (tienen que quitarse el hambre y la ansiedad de alguna forma); aparece también la bulimia, que son un poco de niñas hartando como animales, y vomitando en cualquier lado, para en un par de años terminar en el odontólogo pidiendo una reconstrucción dental completa), el uso de laxantes (y una gastritis de museo), y una suscripción anual en el gym, al que van dos veces al día, desde los doce años… Al final, todas terminan más locas que una cabra.
